Una ciudad no se convierte en destino MICE por decreto. Lo hace cuando sus fortalezas logísticas, su infraestructura y sus servicios dialogan con la capacidad de recibir, organizar y proponer experiencias que estén a la altura de quienes eligen un destino no solo por lo que ofrece, sino por cómo lo ofrece. Torreón, en Coahuila, parece haber entendido bien esa lógica. Recientemente, Panorama Turístico formó parte de un FAM trip organizado por la Oficina de Convenciones y Visitantes de Torreón, que reunió a medios de comunicación especializados en turismo y eventos. Lo que descubrimos allí confirma que la región no sólo está preparada, sino que está proponiendo activamente su perfil como sede competitiva dentro del panorama nacional.
Desde el primer contacto, la OCV Torreón desplegó una estrategia clara: mostrar en tres días la amplitud de posibilidades que tiene la ciudad para recibir eventos, congresos, convenciones y viajes de incentivo, sin dejar fuera los elementos culturales, históricos y gastronómicos que enriquecen cualquier agenda profesional.
La bienvenida, brindada en la misma terminal del Aeropuerto Internacional Francisco Sarabia, marcó el tono del viaje: puntualidad, organización, logística y una calidez que se repitió en cada paso. El FAM incluyó visitas a venues, recorridos históricos, presentaciones culturales y gastronomía local. Un abanico de posibilidades diseñado para mostrar, sin artificios, lo que Torreón tiene para dar.

Infraestructura lista, con identidad
Torreón es una ciudad funcional. Su diseño urbano favorece la movilidad; su conectividad aérea permite la llegada directa desde los principales centros del país y su infraestructura hotelera ha crecido en variedad y capacidad. Espacios como el Centro de Convenciones de Torreón, diversos hoteles con salones de eventos, clubes privados, y escenarios icónicos como el Teatro Isauro Martínez, evidencian una infraestructura que cumple con las exigencias del sector.
Uno de los puntos más representativos fue precisamente el Teatro Isauro Martínez, un recinto de extraordinario valor arquitectónico y artístico. Recorrerlo es reencontrarse con el esplendor de los años treinta, pero también con un espacio adaptable para montajes escénicos, galas o presentaciones culturales de alto nivel. Su cúpula, su ornamentación y su acústica convierten este teatro en un escenario poco común para eventos con un sello de distinción.
Otro punto clave fue la visita al Club Campestre de Torreón, donde además de recorrer su campo de golf y áreas sociales, se destacó su experiencia en la organización de eventos sociales y corporativos de gran escala. No se trató solo de visitar instalaciones: se trató de observar cómo las sedes pueden adaptarse a distintos formatos, públicos y objetivos.
La experiencia se enriqueció también con dos visitas que reflejan el orgullo identitario de la ciudad. En la Central Panificadora Las Cipreses, conocimos la elaboración del pan francés, tradición local que ha cruzado generaciones y fronteras. El aroma, la historia y la calidez del lugar son parte de ese patrimonio emocional que toda ciudad debe saber compartir.

Por otro lado, el recorrido por el Territorio Santos Modelo, casa del Club Santos Laguna, mostró una infraestructura deportiva de alto nivel que puede ser adaptada a eventos corporativos, actividades de integración o experiencias de incentivo, sumando un activo único para quienes buscan espacios fuera de lo convencional.
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Turismo como narrativa complementaria
Si bien el segmento MICE responde a criterios de funcionalidad y presupuesto, la experiencia que rodea al evento importa. Y en este punto, Torreón se revela como una ciudad con historias que contar. En un recorrido por el Cristo de las Noas, se ofreció una vista panorámica de la ciudad, acompañada por el simbolismo y la espiritualidad del santuario. La experiencia se enriquece con el acceso vía teleférico, una solución moderna, cómoda y visualmente impactante que no solo mejora la conectividad urbana, sino que añade valor al circuito turístico.
La visita al Estadio Revolución, el más antiguo de México en activo, sumó un componente emocional para quienes valoran el deporte como parte del alma de una ciudad. Inaugurado en 1932, este estadio ha sido escenario de béisbol profesional, conciertos masivos y grandes eventos sociales, sin perder la esencia que lo conecta con generaciones enteras de laguneros.
Como extensión de la experiencia, el FAM incluyó una visita al Pueblo Mágico de Parras, cuya inclusión fue particularmente acertada. Sumar a Parras permitió reforzar el argumento de una región que puede articular experiencias en destinos complementarios, ideal para viajes de incentivo o programas sociales de congresos.
La visita a Casa Madero, la vinícola más antigua del continente, fue uno de los momentos de mayor conexión con la tradición y el producto nacional. Se sumó a la visita al hotel La Casona del Banco, ejemplo de hospitalidad boutique con fuerte personalidad histórica. Parras, con su atmósfera pausada, su arquitectura colonial y su vocación vitivinícola, es un plus para cualquier agenda MICE con objetivos experienciales.

Organización, articulación y visión
Uno de los puntos más destacables del FAM fue la impecable labor de la OCV Torreón. La selección de actividades, la puntualidad, la narrativa detrás de cada visita, y la presencia activa de su equipo en todas las jornadas, hablan de una oficina comprometida con su destino. Pero también con el sector. Durante la celebración del Global Meetings Industry Day (GMID), se realizó un panel con estudiantes de turismo y comunicación, donde se abordó la importancia de los medios especializados en la promoción de destinos. Un acierto que demuestra la visión a futuro y la necesidad de formar nuevas generaciones conscientes del valor estratégico de los eventos.
¿Por qué Torreón?
En términos objetivos, Torreón ofrece una combinación que no siempre es fácil de encontrar: funcionalidad, infraestructura disponible, conectividad, profesionalismo y un carácter anfitrión sincero. A eso se suma una propuesta cultural y turística que enriquece cualquier programa y una red de aliados institucionales y privados que trabajan en la misma dirección.
Torreón no presume ser lo que no es. Pero sí tiene claro lo que quiere ser. Y ese equilibrio entre sobriedad, eficiencia y hospitalidad es lo que convierte a esta ciudad en un destino que los organizadores de eventos y congresos deberían considerar.
Porque en el mapa del turismo de reuniones en México, Torreón ya no está en los márgenes. Está, cada vez más, en el centro de la conversación.
