Hubo una sobriedad elegante en el modo en que Aguascalientes eligió presentar la Tercera Entrega de Resultados del Buró de Congresos y Visitantes. Nada de cifras proyectadas en pantallas monumentales ni discursos inflamados. En su lugar, un formato íntimo, bien producido y cuidadosamente diseñado para dejar claro un mensaje: el turismo de reuniones no necesita alzar la voz para consolidar su presencia, solo necesita sostener una narrativa con coherencia, identidad y resultados visibles.
El Frontón México, con su arquitectura art déco y su historia como recinto cultural, fue el espacio elegido para este encuentro con aliados y medios especializados. La cita no solo cumplió con el objetivo de informar; cumplió, sobre todo, con la promesa de proyectar a Aguascalientes como un destino que ha sabido entender el lenguaje del turismo MICE desde una dimensión profesional y territorial.
La jornada abrió con una comida en Pelota Mestiza, restaurante que forma parte del propio recinto. No fue un acto protocolario: fue una estrategia de seducción. Cada platillo, cada maridaje, cada palabra del menú estaba pensado como una extensión del mensaje que el Buró ha venido construyendo durante tres años. Desde las “tostadas de la Catrina garbancera” hasta el mole del convento con pechuga de pollo, pasando por el arroz rojo, los dulces tradicionales y los vinos de Aguascalientes, la experiencia gastronómica se convirtió en una declaración simbólica de origen, cultura y evolución.

Presidiendo el encuentro estuvo Verónica González, directora del Buró, quien no solo dio la bienvenida a los invitados, sino que personificó la razón por la que este organismo ha ganado terreno en el mapa nacional de destinos de reuniones. Con firmeza pero sin protagonismos, su intervención durante la comida fue tan concisa como clara: Aguascalientes ha logrado posicionarse porque ha sabido construir puentes, atraer congresos con visión estratégica y demostrar que un destino sin mar, pero con rumbo, puede competir al más alto nivel.
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La presentación formal de resultados, realizada más tarde, ratificó ese discurso con hechos. No fue una suma de cifras lanzadas al viento. Fue un repaso narrativo de lo que significa crecer en un sector que exige articulación, consistencia y planeación. El Buró de Aguascalientes ha logrado generar una oferta integral, elevar su tasa de captación de congresos y fortalecer su relación con actores clave de la industria. Pero lo más importante: lo ha hecho sin disfrazar sus limitaciones, entendiendo que la autenticidad también es un activo en el turismo de reuniones.

La velada continuó con un pre-show que preparó el ambiente para la función final: la puesta en escena de «La Malinche», musical producido por Nacho Cano que funge como metáfora escénica del mestizaje, la identidad y la transformación. La elección no fue accidental. El Buró quiso cerrar su jornada con un acto cultural que conectara simbólicamente con los temas abordados durante el día: origen, narrativa y evolución.
Quienes asistieron no solo presenciaron un acto institucional bien ejecutado. Fueron parte de una experiencia diseñada con lenguaje emocional, anclada en valores locales y envuelta en una atmósfera que supo equilibrar la celebración con el profesionalismo.
En una industria que a veces sobrevalora el impacto inmediato y las métricas visibles, lo que ocurrió en el Frontón México fue una lección de fondo: los destinos también se consolidan en voz baja, cuando hacen lo que les corresponde hacer sin necesidad de declararlo. Aguascalientes está ahí, más firme que nunca, no porque grite más fuerte, sino porque ya no necesita presentarse: se ha vuelto reconocible por su consistencia.
