Centroamérica no es un destino: es una conversación en siete acentos. Es la posibilidad de explorar volcanes en Nicaragua y terminar el día observando aves en Guatemala. De cruzar fronteras sin perder el sentido de pertenencia. Bajo esa premisa, la Agencia de Promoción Turística de Centroamérica (CATA) ha logrado lo que pocos: consolidar una marca regional sin borrar la identidad nacional. Y ahora, con dos nominaciones al Ángel del Turismo 2025, esa visión se proyecta con fuerza desde México hacia todo el continente.
Boris Iraheta, secretario general de CATA, lo dice con convicción: “Ser reconocidos desde México representa un testimonio del impacto que la integración regional puede tener cuando se trabaja con propósito, visión y colaboración.” CATA compite en las categorías de Mejor Estrategia de Promoción Turística Regional y Mejor Producto Turístico por el proyecto “Centroamérica Big Day”, y cada nominación encierra una historia que habla de cooperación, biodiversidad y estrategia inteligente.
El mérito no es menor. En una región donde cada país suele competir por visibilidad, CATA ha sostenido con firmeza la narrativa de “Siete países, una sola región”. Lejos de imponer una marca uniforme, ha orquestado las singularidades de cada destino bajo un relato común que los hace más visibles, más fuertes y más atractivos para el mundo. La clave ha sido entender que la integración no resta identidad: la multiplica.

Esa convicción ha dado forma a campañas como Centroamérica Gateway, que invita a redescubrir la región como un multidestino interconectado, emocional y accesible, especialmente para los viajeros de larga distancia. Y no es solo narrativa: se trata de estrategia. Participaciones conjuntas en ferias como FITUR, ITB Berlín o WTM Londres, y plataformas como Centroamérica Travel Market, han reforzado una voz que hoy resuena con consistencia internacional.
Uno de los ejemplos más poderosos de esta visión compartida es Centroamérica Big Day. Lo que empezó como una jornada regional de observación de aves se ha convertido en una auténtica declaración de principios. “Cada registro de ave aporta datos científicos, pero también historias humanas: guías rurales, mujeres emprendedoras, jóvenes naturalistas y cooperativas que encuentran en el birdwatching una fuente real de ingresos y orgullo”, explica Iraheta. Aquí, el turismo es conservación, ciencia ciudadana y desarrollo local en una sola experiencia.
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En su modelo de promoción, CATA articula valores que hoy marcan el rumbo del turismo global: sostenibilidad, inclusión e innovación. La región avanza con campañas digitales multicanal, pero también con un respeto genuino por las voces locales. El 60% de las empresas turísticas son lideradas por mujeres; el 90% son mipymes. CATA no solo los visibiliza: los pone al centro del relato.
Uno de los mayores aciertos ha sido evitar que la marca “Centroamérica” diluya las particularidades nacionales. En lugar de competir, se complementan. En lugar de opacar, se potencian. Desde la gastronomía hasta la arqueología, pasando por la aventura y la hospitalidad caribeña o pacífica, cada país encuentra espacio para brillar. Y todo eso es posible porque existe una coordinación constante con autoridades de turismo, cámaras empresariales y aliados internacionales.

Pero la nominación al Ángel del Turismo no solo valida este trabajo: lo proyecta hacia el futuro. “Ganar este premio sería un reconocimiento al poder de la integración y una declaración de principios para toda la región”, dice Iraheta. Sería una señal para América Latina de que la colaboración es una estrategia ganadora. Que la identidad regional, lejos de ser obstáculo, es ventaja competitiva en un mundo que busca autenticidad y propósito.
En este esfuerzo de integración, México ocupa un lugar especial. No solo como mercado emisor prioritario, sino como socio natural. Desde la firma reciente de un convenio con AMEXTOUR hasta los lazos con el Mundo Maya, CATA ve en el turismo mexicano una oportunidad para crear sinergias reales. “Esta nominación nos acerca aún más a México —no solo como mercado, sino como socio de comunicación y desarrollo regional.”
Centroamérica ya está en el mapa. Pero con propuestas como esta, se posiciona también en la conversación global sobre el nuevo turismo: más consciente, más humano, más colaborativo. Y si la región logra inspirar a otros a seguir ese camino, el Ángel del Turismo habrá cumplido su propósito.
