San Miguel de Allende recibió a la 5ª Cumbre de Turismo con la fuerza de quien entiende que no solo es sede, sino mensaje. En su inauguración, el alcalde Mauricio Trejo Pureco recordó que esta es una ciudad donde conviven 62 nacionalidades, reconocida por publicaciones internacionales como la mejor del mundo, y que su grandeza no se mide en fotografías, sino en experiencias de vida. Su frase resonó como hilo conductor de la jornada: que de aquí surjan buenas prácticas para que el turismo siga siendo “el motor constante de la economía mexicana”.
La agenda de esta edición se desplegó con vocación de encuentro y diálogo. Portugal, país invitado, aportó un matiz internacional con la presencia de su embajador, Manuel Carvalho, quien recordó la experiencia de su nación en integrar patrimonio, enoturismo y gastronomía como ejes de competitividad. Un recordatorio de que el turismo cultural y sostenible puede convertirse en política de Estado y en motor económico cuando hay estrategia y continuidad.

El primer conversatorio, Turismo Cultural, sello de México, puso en evidencia un tema que atraviesa al sector: la necesidad de dejar de ver la cultura como obstáculo y reconocerla como parte de la gestión turística. Se planteó que el patrimonio no debe solo conservarse, sino generar bienestar e identidad. El turismo cultural, se dijo, requiere tender puentes entre gestores, comunidades y visitantes, de manera que los beneficios económicos también fortalezcan la vida social y cultural de los territorios.
En este marco, Claudia Peralta, directora de Turismo Municipal de San Luis Potosí Capital, subrayó la importancia de la accesibilidad al recordar que “acabamos de inaugurar la accesibilidad del primer cuadro del centro histórico; San Luis forma parte de las Ciudades Patrimonio y tenemos una ciudad que cumple 433 años, cuando nadie pensaba en personas en silla de ruedas o con discapacidad visual”. Su comentario se convirtió en un ejemplo concreto de cómo los destinos deben adaptar sus patrimonios vivos a la realidad contemporánea.
El segundo conversatorio, Turismo para la prosperidad compartida: un nuevo modelo para México, dejó claro que la inclusión y la equidad deben dejar de ser discursos para convertirse en acciones. Zaida Luz López Sánchez, secretaria de Turismo de Baja California, lo resumió con el programa Corazones Viajeros: “de 2022 a 2024 logramos llevar a más de 12,700 personas de comunidades vulnerables a recorrer nuestro estado, con una inversión cercana a 9 millones de pesos”. Un recordatorio de que democratizar el turismo no es utopía, sino política pública cuando se prioriza la integración social.
La conversación sobre prosperidad compartida también alcanzó al turismo de reuniones. Michel Wohlmuth, presidente del COMIR, subrayó que cada congreso o convención debe dejar un legado: “el turista de reuniones o se queda más tiempo antes o después del evento, o regresa; por eso, esta industria debe garantizar que la derrama económica se sienta en artesanos, taxistas, restaurantes y comunidades locales”.
El tercer conversatorio, Turismo sostenible e innovación, colocó la mirada en el futuro inmediato. Se habló de certificaciones ambientales en playas, proyectos comunitarios en Baja California Sur y campañas para reducir plásticos y regenerar ecosistemas. La innovación tecnológica se presentó como aliada: drones que detectan basura en áreas naturales, plataformas que enlazan comunidades indígenas con viajeros globales y soluciones digitales para medir la huella ambiental de los destinos. La idea transversal fue contundente: el turismo no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para transformar economías locales, preservar identidades y ofrecer experiencias responsables y duraderas.

En sintonía, Michelle Fridman, secretaria de Turismo de Jalisco, lanzó un mensaje crítico: “hoy estamos pagando las consecuencias del egoísmo con el cual dejamos desarrollar la industria, donde solo unos pocos se beneficiaban”. Y al mismo tiempo defendió la innovación como vehículo de transformación, con ejemplos de comunidades mayas que ahora, a través de plataformas digitales, ofrecen experiencias únicas y conservan su riqueza cultural. “El turismo debe ser un medio, no un fin”, dijo, en una frase que resonó entre los asistentes.
San Miguel de Allende, con su peso simbólico y su vitalidad cultural, se convirtió en escenario y protagonista de estas discusiones. La Cumbre se proyecta así como un manifiesto colectivo: el turismo mexicano del futuro deberá ser cultural y sostenible, inclusivo e innovador, si quiere cumplir con la promesa de prosperidad compartida. Aquí no se están ofreciendo solo discursos ni cifras, se está trazando un camino que conecta la belleza con la estrategia, y la estrategia con los resultados.
