¡Ah Chihuahua!: el destino que nadie vio venir, pero todos quieren vender

Esta imagen de las Barrancas del Cobre transmite aventura, inmensidad y naturaleza en su estado más puro.

El murmullo de las conversaciones llenaba la sala. Eran más de cuarenta agentes de viajes reunidos en un espacio moderno del corazón de la Ciudad de México, la mayoría con un café en la mano y la mirada curiosa. Llevaban años vendiendo destinos, promocionando las mismas playas de siempre, los mismos recorridos trillados. Pero esta vez, algo diferente flotaba en el aire.

En las pantallas, un mapa de Chihuahua aparecía con tonos cálidos y vibrantes. «El estado grande de México», decía el presentador con voz segura. Para muchos, Chihuahua solo era sinónimo de desierto y calor. Pero entonces, aparecieron imágenes que hicieron que varios enderezaran la espalda en sus sillas: las imponentes Barrancas del Cobre, más grandes que el Gran Cañón de Arizona, emergían en la pantalla como una revelación. Se escuchó un murmullo de sorpresa.

Chihuahua en CDMX: una experiencia con sabor y tradición

—Muchos no lo saben, pero en Chihuahua puedes tomar uno de los viajes en tren más espectaculares del mundo —continuó el expositor, mientras en la pantalla se deslizaba una imagen del Chepe Express serpenteando entre montañas verdes y cielos profundos.

Los viajes de incentivos son la clave para motivar equipos y fortalecer empresas. Descubre en Panorama Turístico cómo esta estrategia está transformando el mundo corporativo

Un agente de viajes, de esos que han recorrido medio mundo, tomó un sorbo de su café y le susurró a su compañero:

—No sabía que esto existía en México.

La velada continuó. Se habló de los cinco Pueblos Mágicos del estado, de la historia que sus calles susurran al atardecer, del desierto de Samalayuca, donde las dunas parecen moverse con el viento. Pero lo que terminó de conquistar a los asistentes no fueron las imágenes ni los datos, sino los sabores. Sobre las mesas aparecieron bocadillos típicos de la región: queso menonita, carne seca, burritos norteños. Y para acompañarlos, tres etiquetas de vinos chihuahuenses. Alguien levantó una copa de Tres Ríos, lo giró suavemente y lo probó. Asintió con una sonrisa.

—Esto es una sorpresa —murmuró.

Agentes descubriendo Chihuahua: cuando un destino sorprende y enamora

Y entonces, el cierre. Un regalo inesperado. Sombreros y paliacates rojos, una foto de grupo con sonrisas genuinas. Los asistentes se marcharon con más que información en sus manos; se llevaron una historia que contar, un destino por descubrir. En sus mentes, Chihuahua ya no era solo un punto en el mapa. Ahora era un destino vibrante, con paisajes que parecían sacados de otro mundo y una cultura que esperaba con los brazos abiertos.

Ese día, más de uno se fue pensando: «¿Por qué no he vendido Chihuahua antes?«. Y, quizás, en los días siguientes, más de un viajero encontró en su bandeja de entrada una nueva sugerencia de destino. Uno inesperado. Uno fascinante.

Deja un comentario