Y todo por un clavo en una herradura

*Por Fidel Ovando Z

Las situaciones de crisis desnudan los interiores y arrojan mayor claridad sobre la esencia de las personas y la calidad en sus quehaceres, obligaciones y encomiendas. Son los tiempos de apremio, los que han heredado a nuestro tránsito en la historia verdaderos actos de genialidad, de heroísmo, de honor y lucidez y sí, también han denunciado a los impostores, a los aprovechados y los favorecidos por la influencia.

Hay una canción popular inglesa que leí en los libros de texto de la escuela primaria, que me viene a la cabeza en este tiempo

“Por un clavo se perdió una herradura

Por una herradura se perdió un caballo

Por un caballo se perdió una batalla

Por una batalla se perdió un reino

Y todo por un clavo en una herradura”

Las muestras de necedad casi irracional de las autoridades mexicanas frente a la crisis, en varias decisiones que parecieran ser simples clavos, pero que a la larga tendrán repercusiones gigantescas, guiadas -me parece-, por el puro sostén de la autoridad mal concebida y distorsionada o por arrogancia, explicada en aquella “máxima pueblerina”: ¡Nadie me va a decir a mí cómo hacer las cosas! Termina por arrastrarnos como sociedad completa cual canto rodado entre las corrientes turbulentas de las circunstancias.

Cierto es, no todo es culpa del gobierno y sus paladines. Los contrapesos como hemos atestiguado desde que inició el gobierno encabezado por el Lic. Andrés Manuel López, prácticamente no existen para ninguno de los temas importantes de nuestro país, y claramente no está siendo excepcional la evidencia de esos contrastes tan necesarios, en medio de esta contingencia sanitaria de carácter global con todos sus efectos, especialmente el económico.

Dejando a un lado por un momento a los partidos políticos, al poder legislativo tanto federal como local muy supeditados, y al poder judicial y sus ínfimas luces; los encargados de defender la salud y los negocios, todos ellos, están lejos de sacar su mejor cara y afrontar con gallardía, lucidez y altura de miras esta tremenda coyuntura.

Las cámaras y asociaciones empresariales sufren por su parte una parálisis, que da miedo ver su miedo. Pareciera como si flotara en el ambiente una especie de telaraña amenazante que inhibe a los líderes del sector organizado y de las empresas, para ordenar las ideas, conjuntarse y tal como lo ordenan los propios estatutos de dichas organizaciones: defender los intereses de sus representados y sí, sería deseable ver, que trabajen como un gran bloque nacional, que busca el diálogo y el contrapeso suficiente para ayudar a que comprendan, el Presidente de México y sus operadores; la importancia que tiene mantener con vida a nuestros diferentes sectores productivos. Que al apoyarnos, se apoyan a sí mismos y en consecuencia al país al que juraron servir.

Debemos entender que los empresarios grandes, dueños de las telecomunicaciones, las farmacéuticas, los alimentos y las bebidas procesados, los supermercados y la energía, entre otros, no están muy preocupados en este tiempo y la razón es simple: sus ganancias han crecido en medio de la cuarentena. Los otros grandotes dedicados a la construcción, a la minería etc., seguramente tendrán pérdidas, pero podrán echar mano de sus extraordinarios fondos de reserva, o estarán volteando hacia otros mercados o nichos.

¡No señores! Las cámaras y asociaciones empresariales no son para ellos. Estos organismos fueron creados principalmente para organizar y buscar beneficios hacia las micros, pequeñas y medianas empresas. Para aquellos que, de forma independiente, no somos más que un pequeño número de la ecuación, pero que juntos y organizados, somos fuertes y muy competentes: 56% del PIB y 78% de los empleos en México.

Se necesitan líderes

Hoy el mundo esta buscando mujeres y hombres firmes y valientes que no teman darle al error el nombre que le corresponde, que defiendan las causas sobre el interés.

Hoy se necesitan mujeres y hombres que devenguen el cargo para el que han sido llamados o que, haciendo un ejercicio de humildad, renuncien y dejen el lugar para quien esté más capacitado y quiera tomar al “toro por los cuernos”.

Hoy México necesita personas estilo Andrés Manuel López Obrador en su época de líder social, de dirigente de partido político opositor al gobierno: así de tosudos, así de entregados, así de abiertos, así de tamaños para defender lo que conviene al país, ante un gobierno guiado por la necedad infame, por el ego, las ocurrencias y la impreparación, encabezado por otro que curiosamente se llama como él.

Los líderes de las asociaciones y cámaras empresariales deben tomar el lugar que les corresponde. Abandonar la tibieza y ser dignos representantes de sus agremiados que exigimos posturas contundentes y claridad en las mismas. 

Pertenezco al sector turístico hace unos 27 años. Nuestra actividad es vulnerable ciertamente a diferentes circunstancias sociales, de seguridad, de plagas naturales, de conflictos bélicos, de recesiones económicas… Y por su puesto, no representamos artículos de necesidad básica, así que casi siempre se podrá postergar un viaje, un congreso o una convención.

He aprendido a amar este quehacer, no sólo porque ha sido sustento para mi familia y para mí, sino porque valoro sus alcances. El intercambio de personas a los lugares nos enriquece de muchas maneras; aprendimos aún antes de existir el internet que había personas con diferentes acentos, color de piel, costumbres, formas de vestir y hasta aprendimos a decir algunas palabras en otros idiomas y nos dieron ganas de conocer esos lugares de donde provenía la gente. El turismo contribuye pués,  a la culturización de las personas.

He aprendido que nuestra actividad económica es noble y democrática. No sólo beneficia a los grandes jugadores, sino mucho y de manera especial a los pequeños comercios, a los emprendedores autónomos y a las comunidades donde se practica. Apoya a pescadores, agricultores, cocineras, artesanos, taxistas, meseros y un larguísimo etcétera.

Hoy también en el sector turístico nos preocupamos por el medio ambiente, por la conservación de nuestros monumentos históricos y naturales, por el cuidado de los animales. Nos pronunciamos por el consumo local y por el derecho a todas las personas a los viajes y a la recreación, por la inclusión de las personas con discapacidad o movilidad reducida y, somos ni más ni menos la tercera fuente de riqueza para México.

He visto desde que comenzó el gobierno en el presente sexenio una especie de desvaloriación por nuestra actividad, no por desaparecer al CPTM, sino por tomar los casi 6 mil millones de pesos que el sector produce con la llegada de cada visitante extranjero -quien es el que paga ese dinero-, sino por usurparlo y llevarlo por decreto a un proyecto que no el es fin del recaudo. Ojo, que no se juzga aquí si es bueno o malo el proyecto, solo sostengo el “agandalle” de un recurso que se recauda con un fin y es llevado a otro. No es justo, no es correcto, no es moral. De esto hay muchos más ejemplos, que por ser de dominio público no mencionaré.

No vendrá un cambio de timón generado de mutuo propio, desde el poder ejecutivo que por cierto reitero, es el único que existe en los hechos, o desde el partido en el gobierno. Ya hemos esperado suficiente para tener algún vizo de ello.  Y está bien que los mexicanos seamos muy dados a confiar que algo ocurrirá como por magia o por milagro, pero esta vez, estaría bueno un poco de realidad.

Necesitamos voluntades, decisiones claras de nuestros líderes empresariales en lo general y del sector turístico en lo particular. Necesitamos que abandonen sus posturas de plegarse a las decisiones gubernamentales cuando claramente contravienen y golpean los intereses y los cimientos mismos de nuestras MIPYMES.

No queremos perder nuestras empresas de las que dependen 5, 10, 20, 50 empleos y, en consecuencia, familias. Puede ser que seamos apenas un clavo de manera individual, pero si nos abandonan, podemos ser la causa de pérdidas mucho mayores. Quizá -y no exagero-, las posibilidades económicas de todo un reino, de todo un país.

Deseamos ver aparecer en estos tiempos a líderes que podamos recordar por su accionar valiente y decidido a favor los intereses de todos, porque al defender la pequeña empresa, defienden a México.

¡Hay manera! ¡Se puede! y desde ya todos los que tenemos a cargo un pequeña emperesa debemos comenzar a vertir las ideas bien sustentadas, para que ustedes nos lideren y nos lleven a mejor puerto, tal y como afortunadamente comienzan a haber algunos puntuales ejemplos. ¡Vayamos por más!

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